Diez años de
mi vida se ha llevado
en veloz
fuga y sorda el Sol ardiente,
después que
en tus dos ojos vi el Oriente,
Lísida, en
hermosura duplicado.
Diez
años en mis venas he guardado
el dulce
fuego que alimento ausente
de mi
sangre. Diez años en mi mente
con imperio
tus luces han reinado.
Basta
ver una vez grande Hermosura,
que una vez
vista eternamente enciende,
y en l’alma
impresa eternamente dura.
Llama
que a la inmortal vida trasciende,
ni teme con
el cuerpo sepultura,
ni el Tiempo
la marchita ni la ofende.
Francisco de Quevedo
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