Robert Doisneau |
Un pobre hidalgo de aldea, Alonso Quijano, ha inaugurado para nosotros la historia del arte de la novela mediante tres preguntas sobre la existencia: ¿Qué es la identidad de un individuo? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es el amor? Milan Kundera (“El Telón)
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sábado, 23 de noviembre de 2019
domingo, 10 de noviembre de 2019
Francisco de Aldana "LVII" El impetu cruel de mi destino
Sorolla "La siesta" |
LVII
El
ímpetu crüel de mi destino
¡cómo me arroja miserablemente
de tierra en tierra, de una en otra gente,
cerrando a mi quietud siempre el camino!
roto su velo mísero y doliente,
el alma con un vuelo diligente
volviese a la región de donde vino,
del alma de algún caro y dulce amigo,
con quien hice común acá mi suerte.
cuáles y cuántas, sin temer castigo
de fortuna, de amor, de tiempo y muerte!
Francisco Aldana
Francisco de Aldana (Nápoles, 1537 o 1540-Alcazarquivir, Marruecos, 4 de agosto de 1578) fue un militar español y uno de los más importantes poetas del siglo XVI, en
la segunda fase del Renacimiento
español. Como poeta es uno de los representantes del neoplatonismo en la poesía española y fue tan alabado en su época que
el mismo Miguel
de Cervantes lo llamó «el
Divino» en su obra La Galatea.
Los académicos creadores del Diccionario de autoridades lo incluyeron entre las autoridades de
la lengua y lo consideraron «símbolo del Renacimiento».
También fue reverenciado por los poetas de la Generación
del 27, especialmente por Luis Cernuda, quien estudiò al
poeta en su obra Tres poetas
metafísicos.
"El sufrimiento es uno. Se habla de
sufrimiento como se habla del placer, pero se habla de ellos cuando ya nos dominan. Cada vez que entran en nosotros, nos
sorprenden como una sensación nueva y tenemos que reconocer que los habíamos
olvidado. Son diferentes porque nosotros también lo somos: les entregamos cada
vez un alma y un cuerpo modificados por la vida. Y sin embargo, el sufrimiento
no es más que uno. No conoceremos de él, como no conoceremos del placer, más
que algunas formas, siempre las mismas, de las que estamos presos. Habría que
explicar esto: nuestra alma, supongo, no tiene más que un teclado restringido y
aunque la vida se empeñe en hacerlo sonar, sólo podrá obtener dos o tres pobres
notas. "
Marguerite Yourcenar
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