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sábado, 23 de noviembre de 2019

Francisco Brines "La perversión"

Robert Doisneau



La hermosura de la vida no acaba, y así nos lo parece a los humanos. Y amamos las cosas que aquí se continúan, los cuerpos que ocuparán, con más belleza, nuestro sitio,
y vamos ya llegando a la quietud difícil, y aceptarán nuestro silencio con comprensión,
porque nosotros antes habremos comprendido y aceptado la noche ya sin fin y sin estrellas.
Quizás hayas venido, ahora que nuestros cuerpos se han amado con furia y alegría,
para escuchar de mí esta verdad sencilla, y que aún desconoces: ningún hombre es feliz.
Francisco Brines

domingo, 10 de noviembre de 2019

Francisco de Aldana "LVII" El impetu cruel de mi destino

Sorolla "La siesta"

LVII



   El ímpetu crüel de mi destino
¡cómo me arroja miserablemente
de tierra en tierra, de una en otra gente,
cerrando a mi quietud siempre el camino!

   ¡Oh!, si tras tanto mal grave y contino,
roto su velo mísero y doliente,
el alma con un vuelo diligente
volviese a la región de donde vino,

   Iríame por el cielo en compañía
del alma de algún caro y dulce amigo,
con quien hice común acá mi suerte.

   ¿Qué gran montón de cosas le diría,
cuáles y cuántas, sin temer castigo
de fortuna, de amor, de tiempo y muerte!

                         Francisco  Aldana


Francisco de Aldana (Nápoles, 1537 o 1540-Alcazarquivir, Marruecos, 4 de agosto de 1578) fue un militar español y uno de los más importantes poetas del siglo XVI, en la segunda fase del Renacimiento español. Como poeta es uno de los representantes del neoplatonismo en la poesía española y fue tan alabado en su época que el mismo Miguel de Cervantes lo llamó «el Divino» en su obra La Galatea. Los académicos creadores del Diccionario de autoridades lo incluyeron entre las autoridades de la lengua y lo consideraron «símbolo del Renacimiento».
También fue reverenciado por los poetas de la Generación del 27, especialmente por Luis Cernuda, quien estudiò al poeta en su obra Tres poetas metafísicos.





"El sufrimiento es uno. Se habla de sufrimiento como se habla del placer, pero se habla de ellos cuando ya nos dominan. Cada vez que entran en nosotros, nos sorprenden como una sensación nueva y tenemos que reconocer que los habíamos olvidado. Son diferentes porque nosotros también lo somos: les entregamos cada vez un alma y un cuerpo modificados por la vida. Y sin embargo, el sufrimiento no es más que uno. No conoceremos de él, como no conoceremos del placer, más que algunas formas, siempre las mismas, de las que estamos presos. Habría que explicar esto: nuestra alma, supongo, no tiene más que un teclado restringido y aunque la vida se empeñe en hacerlo sonar, sólo podrá obtener dos o tres pobres notas. "

                                                                                          Marguerite Yourcenar