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martes, 28 de junio de 2022

William Ospina "NIETZSCHE"


                                                          Lou Salome, Nietzche y Rilke



Está muriendo un Dios en el centro de un ópalo del color del
crepúsculo.
Está muriendo una hoja de hierba en el pecho de Cristo.
Está muriendo una rosa en el aire estancado de la catedral de
Maguncia,
traspasada en el aire por una quemante aguja del sol.

Está muriendo una llanura donde retozan embriagados leopardos.
Está muriendo un ángel sobre un glaciar blanquísimo.
Está muriendo un barco lleno de ancianos en una colina del
cielo, en un aire cargado de delfines livianos y azules.

Está muriendo una cúpula bajo el asedio de las mariposas.
Está muriendo un lupanar lujoso y sonoro de besos enfermos.
Está muriendo mi corazón bajo los crueles halcones del olvido
de Lou.
Me estoy borrando en sus pupilas bellas y esperanzadas
como lienzos.

Está muriendo un pájaro en un bosque de nubes.
Está muriendo una lucha glacial bajo mis sábanas de seda.
Algo muy bello está borrándose por las bahías de mi infancia.
Algo muy triste calla en sus violines.


William Ospina

 

Nació en HerveoTolima, el 2 de marzo de 1954 y pasó su infancia recorriendo el sur colombiano huyendo de la violencia. Su padre, Luis Ospina, enfermero de oficio y músico de vocación cultivó en su hijo una profunda relación con la cultura colombiana. Según Ospina, "en mi casa no había libros, pero en cambio tuvimos todas las canciones"

Pasó su adolescencia en Cali donde ingresó a la Universidad Santiago de Cali a estudiar derecho y ciencias políticas, pero abandonó la carrera para dedicarse a la literatura. Vivió en Europa de 1979 a 1981. Fue redactor de la edición dominical del diario La Prensa de Bogotá (1988 a 1989). Escribió varios ensayos sobre Lord ByronEdgar Allan PoeLeón TolstóiCharles DickensEmily DickinsonLas mil y una nochesAlfonso ReyesEstanislao Zuleta, literatura árabe y William Shakespeare.

En 1992 obtuvo el primer Premio Nacional de Poesía del Instituto Colombiano de Cultura. En 1999 recibió el Doctorado Honoris Causa en Humanidades de la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín.2​ En 2005 el Doctorado Honoris Causa en Humanidades de la Universidad del Tolima. En 2008 recibió Doctorado Honoris causa de la Universidad de Santiago de Cali. Fue galardonado con el Premio Rómulo Gallegos 2009 por "El país de la canela".

En numerosos ensayos y artículos, Ospina ha repasado y comentado la conquista de América y la ha reivindicado como un campo de estudio que tiene aún mucho que decirnos sobre la identidad latinoamericana y sus desafíos sociales, culturales y políticos.

sábado, 18 de junio de 2022

Luis García Montero - El insomnio de Jovellanos



Castillo de Bellver, 1 de abril de 1808.

Porque sé que los sueños se corrompen,
he dejado los sueños.
El mar sigue moviéndose en la orilla.

Pasan las estaciones como huellas sin rumbo,
la luz inútil del invierno,
los veranos inútiles.
Pasa también mi sombra, se sucede
por el castillo solitario,
como la huella negra que los años y el viento
han dejado en los muros.
Estaciones, recuerdos de mi vida,
viene el mar y nos borra.

El mar sigue moviéndose en la noche,
cuando es sólo murmullo repetido,
una intuición lejana que se encierra en los ojos
y esconde en el silencio de mi celda
todas las cosas juntas,
la cobardía, el sueño, la nostalgia,
lo que vuelve a la orilla después de los naufragios.

Al filo de la luz, cuando amanece,
busco en el mar
y el mar es una espada
y de mis ojos salen
los barcos que han nacido de mis noches.
Unos van hacia España,
reino de las hogueras y las supersticiones,
pasado sin futuro
que duele todavía en manos del presente.

El invierno es el tiempo de la meditación.

Otros barcos navegan a las costas de Francia,
allí donde los sueños se corrompen
como una flor pisada,
donde la libertad
fue la rosa de todos los patíbulos
y la fruta más bella se hizo amarga en la boca.

El verano es el tiempo de la meditación.

Y el mar sigue moviéndose. Yo busco
un tiempo mío entre dos olas,
ese mundo flexible de la orilla,
que retiene los pasos un momento,
nada más que un momento,
entre la realidad y sus fronteras.

Lo sé,
meditaciones tristes de cautivo…
no sabría negarlo.
Prisionero y enfermo, derrotado,
lloro la ausencia de mi patria,
de mis pocos amigos,
de todo lo que amaba el corazón.

En el mismo horizonte
del que surgen los días y la luz
que acaricia los pinos y calienta mi celda,
surgen también la noche y los naufragios.
Mis días y mis noches son el tiempo
de la meditación.

Porque sé que los sueños se corrompen
he dejado los sueños,
pero cierro los ojos y el mar sigue moviéndose
y con él mi deseo
y puedo imaginarme
mi libertad, las costas del Cantábrico,
los pasos que se alargan en la playa
o la conversación de dos amigos.

Allí,
rozadas por el agua,
escribiré mis huellas en la arena.
Van a durar muy poco, ya lo sé,
nada más que un momento.

El mar nos cubrirá,
pero han de ser las huellas de un hombre más feliz
en un país más libre.

Luis Garcia Montero