Tus pies toco en la
sombra, tus manos en la luz,
Y en el vuelo me
guían tus ojos aguilares
Matilde, con los
besos que aprendí de tu boca
aprendieron mis
labios a conocer el fuego.
Oh piernas heredadas
de la absoluta avena
cereal, extendida la
batalla
corazón de pradera,
cuando puse en tus
senos mis orejas,
mi sangre propago tu
silaba araucana
Pablo Neruda
(1959-60)
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