Esto quiero que sea
mi vida para ti:
este mantel de
colores, las confituras,
el pan y la leche,
blancos; las tazas de té
y los pájaros que
juegan en los naranjos.
Que es a esta hora de
la mañana,
cuando el sol tiñe el
jardín con luz benigna,
la hora en que todo
se empieza
por vez primera y
nada puede dañarnos.
No dejes que el torvo
rostro del mundo
salpique de miserias
nuestro desayuno.
Que tus ojos se
detengan en los míos
y lean que es para ti
todo lo que he escrito.
Y las sombras que
hayamos conocido
serán sólo migajas
sobre este mantel ruso.
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