MAX PECHSTEIN
Este corazón seco, incapaz de otro amor, agotado y
solo,
este corazón de precisa prepotencia,
este corazón que ya no llega a la mirada,
este corazón cancelado y cambiado por una especie de
helada ternura,
planeó mis iras, proyectó cada aspecto de mis
entusiasmos.
Queda el rescoldo de viejas complicidades y el
placer de
la tarde
solitaria
mientras la lluvia se repite:
es cómica la futilidad de toda agonía;
estamos solos.
Este corazón sin sed, este ciego corazón no
distingue ya
entre el
paraíso y el desierto.
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