Joan Miro |
Igual que la alta
sombra de una noche
se expande sobre el
valle iluminado
se expande la memoria
sobre el frágil
presente, y se derrama entonces
la copa con veneno
que llamamos conciencia:
nadie huye de si,
pues somos tiempo,
y el tiempo es siempre
fiel a este principio:
destruir al instante
su regalo:
asi que no me hables
de la vida
nueva de ese ser
nuevo
que ahora dices ser,
porque duermas
en la cama en que
duermas.
y aun al lado del
cuerpo
que nunca te
atreviste siquiera a imaginar,
tiritará el fantasma
que se muere de frío
y de pasado
dentro de ti,
encogido de angustia
y de vergüenza
a pesar de ese intimo
espectáculo luminoso.
Felipe Benítez Reyes
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