E. Hopper "Habitación en New York" |
Ocurre a veces, en
las calladas horas de la noche,
al filo mismo de la
madrugada,
tras el telón caído
de la euforia y del vino.
Unos ojos parpadean,
se abren,
nos miran con su
última transparencia
y un instante a
nuestro lado
su doloroso
transcurrir, su apretado paisaje de ternura
muestran, como un
mendigo o un esclavo,
la humillada quietud
de su tristeza.
Entonces, cuando no
hay una sola palabra que decir,
con la avidez que
lleva en sí lo fugitivo,
besar, unirse en la
húmeda tibieza,
en empapada, áspero
de arcilla de otra boca,
donde nada al fin y
todo nos pertenece.
Después, igual que el
viento
agitando fugaz unas
cortinas
la claridad de la
mañana nos muestra,
desvelar un instante
en la memoria
aquello que una
noche, una mirada,
la destruida posesión
de unos labios, nos dio.
Lo que ahora ciego
tropieza, resbala
por la gastada pared
del corazón,
aferrándose terco
hacia la muerte,
desplomándose sordo
hacia el olvido.
Juan Luis Panero
No hay comentarios:
Publicar un comentario