Un pobre hidalgo de aldea, Alonso Quijano, ha inaugurado para nosotros la historia del arte de la novela mediante tres preguntas sobre la existencia: ¿Qué es la identidad de un individuo? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es el amor? Milan Kundera (“El Telón)
Seguidores
martes, 30 de diciembre de 2014
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Juan Gelman " Claro que moriré y me llevaran..."
Claro que moriré y me llevarán
en huesos o cenizas
y que dirán palabras y cenizas
y yo habré muerto totalmente
claro que esto se acabará
mis manos alimentadas por tus manos
se pensarán de nuevo
en la humedad de la tierra
yo no quiero cajón
ni ropa
que el barro asuma mi cabeza
que sus orines me devoren
ahora
desnudo de
ti.
miércoles, 3 de diciembre de 2014
Felipe Benitez Reyes "Por orden alfabetico"
La A, densa y borrosa, de la amnesia.
La B del bajel ebrio que navega en la noche
bajo una luna en C, creciente enigma.
La D de los desiertos dilatados
y la E de que mana el río Éufrates.
La F fatalista de un infinito que agoniza
y la G de sonora oscuridad,
como un garfio de plata en la garganta.
La H en su abstracción de nada hermética.
Columna de la I, báculo de la J.
El baile de difuntos de la K: kirieleisón,
y una L de labio y noche líquida.
Corona de la M (y esa N nereida
a la que un delfín, al saltarla,
convierte en una Ñ).
El círculo de fuego de la O
que cruza la sorpresa de un tigre amaestrado.
Mariposas que mueren en la red de la P.
Ese rostro que fuma de la Q.
La R que es raíz de toda rosa.
La S de la sierpe que se arrastra
por nuestros paraísos.
La T de la tiniebla que titila
y la U como un cuenco
de oscura miel lunar en nuestra boca.
Esas uves siamesas en la firma de Shakespeare.
La X el misterio y la aritmética.
La Y (que es nuestro vínculo
con una Grecia abstracta y luminosa),
capaz de unir la noche y la alhucema,
Camelot y la nieve.
La Z de un zenit nunca cumplido.
Combinándolas todas,
ordenan nuestro mundo,
y añaden un sonido al pensamiento,
y un eco de agua al mar,
y un vibrar de cristales fragilísimos
a todos los conjuros zozobrantes
que formulamos todos cada día.
Felipe BENÍTEZ REYES, (Rota, Cádiz, 1960), Escaparate de venenos.
La B del bajel ebrio que navega en la noche
bajo una luna en C, creciente enigma.
La D de los desiertos dilatados
y la E de que mana el río Éufrates.
La F fatalista de un infinito que agoniza
y la G de sonora oscuridad,
como un garfio de plata en la garganta.
La H en su abstracción de nada hermética.
Columna de la I, báculo de la J.
El baile de difuntos de la K: kirieleisón,
y una L de labio y noche líquida.
Corona de la M (y esa N nereida
a la que un delfín, al saltarla,
convierte en una Ñ).
El círculo de fuego de la O
que cruza la sorpresa de un tigre amaestrado.
Mariposas que mueren en la red de la P.
Ese rostro que fuma de la Q.
La R que es raíz de toda rosa.
La S de la sierpe que se arrastra
por nuestros paraísos.
La T de la tiniebla que titila
y la U como un cuenco
de oscura miel lunar en nuestra boca.
Esas uves siamesas en la firma de Shakespeare.
La X el misterio y la aritmética.
La Y (que es nuestro vínculo
con una Grecia abstracta y luminosa),
capaz de unir la noche y la alhucema,
Camelot y la nieve.
La Z de un zenit nunca cumplido.
Combinándolas todas,
ordenan nuestro mundo,
y añaden un sonido al pensamiento,
y un eco de agua al mar,
y un vibrar de cristales fragilísimos
a todos los conjuros zozobrantes
que formulamos todos cada día.
Felipe BENÍTEZ REYES, (Rota, Cádiz, 1960), Escaparate de venenos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)