Texto de : Jaime Gonzalez (bloc)
La novela pastoril de Grisóstomo y Marcela se desarrolla
entre los capítulos XI a XIV de la primera
parte. Marcela es tan bella y atractiva que todos los pastores de la
comarca andan enamorados de ella, quien, no obstante, reparte equitativamente
calabazas a todos sus admiradores. Grisóstomo ha sido rechazado como todos los
demás, y, al no poder superar la negativa, ha optado por suicidarse.
Cuando vuelven del entierro, los compañeros de Grisóstomo se
encuentran con Marcela y se enojan con ella, culpándola del suicidio de aquel
que tanto sufrió por "celos, sospechas y
ausencia".
La ideología dominante en el siglo XVII era el machismo: Las
mujeres debían someterse a las elecciones de los hombres, tanto en lo económico
como en lo emocional, y así era lo habitual en toda la literatura
amorosa que desde los tiempos del “amor
cortés” hasta las novelas pastoriles se había publicado.
Pero Marcela se rebela y - desde la pluma de Cervantes - pide
la libertad de elección para la mujer. Este es su encendido discurso, aplaudido
al final por el caballero don Quijote.
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[Dice Marcela:] — Hízome el cielo, según
vosotros decís, hermosa, y de tal manera, que, sin ser poderosos a otra cosa, a
que me améis os mueve mi hermosura , y por el amor que me mostráis decís y aun
queréis que esté yo obligada a amaros. Yo conozco, con el natural entendimiento
que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté
obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama.
(…) Y, según
yo he oído decir, el verdadero amor no se
divide, y ha de ser voluntario, y no forzoso . Siendo esto así, como yo
creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda mi
voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me queréis bien? Si
no, decidme: si como el cielo me hizo hermosa me hiciera fea, ¿fuera justo que
me quejara de vosotros porque no me amaséis? Cuanto más, que habéis de
considerar que yo no escogí la hermosura que tengo, que tal cual es el cielo me
la dio de gracia, sin yo pedirla ni escogerla. (…)
Pues si la honestidad es
una de las virtudes que al cuerpo y al alma más adornan y hermosean, ¿por qué la ha de perder la que es amada por hermosa,
por corresponder a la intención de aquel que, por solo su gusto, con todas sus
fuerzas e industrias procura que la pierda? Yo nací libre, y para poder vivir
libre escogí la soledad de los campos : los árboles de estas montañas son
mi compañía; las claras aguas de estos arroyos, mis espejos; con los árboles y
con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. (…).
El cielo aún hasta ahora no
ha querido que yo ame por destino, y el pensar que tengo de amar por elección es
excusado . Este general desengaño sirva a cada uno de los que me solicitan de su
particular provecho; y entiéndase de aquí adelante que si alguno por mí muriere,
no muere de celoso ni desdichado, porque quien a nadie quiere a ninguno debe dar
celos, que los desengaños no se han de tomar en cuenta de desdenes. (…)
Que si a Grisóstomo mató su
impaciencia y arrojado deseo, ¿por qué se ha de culpar mi honesto proceder y
recato? Si yo conservo mi limpieza con la compañía de los árboles, ¿por qué ha
de querer que la pierda el que quiere que la tenga con los hombres? Yo, como
sabéis, tengo riquezas propias, y no codicio las ajenas; tengo libre condición,
y no gusto de sujetarme; ni quiero ni aborrezco a nadie; no engaño a este ni
solicito a aquel ; ni burlo con uno ni me entretengo con el otro. (...)